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Taita ve mi diente |
Una de estas experiencias la vivió el antiguo mayordomo de la hacienda Vilcahuaura Don Juan Pimentel Baldeón, quién buscando una noche a una res de lidia (ganado bravo), escucho el llanto lastimero de un niño recién nacido proveniente del sembrío de algodón, suponiendo que era un crio abandonado por alguna indígena desnaturalizada, desmontó y al acercase hacia donde provenía el llanto, más grande fue su sorpresa al encontrar un hermoso bebe cuyos cabellos rubios resplandecían con la luz de la luna llena y envuelto en fajines indígenas.