domingo, 24 de julio de 2011

La Casa Matusita - otras versiones (Lima)

Las otras víctimas

Una de las primeras víctimas de la casa fue un párroco quien haciendo caso de aquellos testimonios decidió por ingresar a la casa para bendecirla y realizar un exorcismo. Según cuenta la leyenda, el párroco murió debido la desesperación por querer salir de aquella vivienda. Se dice que escuchó gritos y reclamos de los espíritus que allí se encontraban, algunos dicen incluso que el párroco recibió escupitajos de estos supuestos seres que habitan el lugar.

Parroco en Casa Matusita
Parroco en Casa Matusita (Foto: Internet)
La segunda víctima es quizá la más conocida debido a que este hombre era un personaje público que trabajaba en la televisión nacional. Su nombre era Humberto Vílchez Vera, un conductor de televisión que en la década de los ochentas decidió apostar en cadena nacional, que podía permanecer siete días en dicha casa sin sufrir ningún trastorno o muerte. La leyenda, conocida por todos, recuerda que el animador ingresó a la casa sólo con una cámara de vídeo en la mano y que luego de sólo dos horas (algunos dicen que fue el cuarto día) el hombre de televisión salió de la casa profiriendo insultos y gritos y botando, incluso, espuma por la boca. Sucedido el hecho el animador obtuvo serias complicaciones psicológicas por lo que fue recluido en un manicomio durante un período de trece meses, nunca más se supo de él.

La Casa Matusita (Lima)

La Casa Matusita es una vivienda de considerables dimensiones de dos pisos de altura. Lo curioso del relato es que al parecer sólo en el segundo piso es en donde ocurren estos supuestos hechos paranormales. Con el tiempo, sólo el primer piso ha sido ocupado por negocios o, como es en la actualidad, por una entidad bancaria, no obstante, nadie, parece atreverse a ocupar el segundo piso, y lo que lo han hecho, según los creyentes del mito, no han salido con vida o han sufrido una serie de trastornos y tormentos.

Casa Matusita en Lima
Casa Matusita en Lima (Foto: Internet)
La leyenda, por llamarla de algún modo, oficial de los creyentes, señala que en esta casa vivía un señor perverso quien maltrataba y abusaba de sus dos únicos sirvientes. Un día, cuando el dueño de la casa ofrecía un almuerzo a algunos invitados, los sirvientes decidieron cobrar venganza. Cuenta la leyenda que los empleados colocaron una substancia en los alimentos, no para matar a su jefe, sino para ocasionarle trastornos mentales.